Este estudio, publicado este miércoles en la revista especializada 'Sleep', ofrece evidencias inequívocas de los vínculos directos que existen entre un sueño de corta duración (menos de seis horas cada noche) y un incremento de las posibilidades de sufrir una muerte prematura.
Los autores del trabajo indicaron también que dormir demasiado (más de nueve horas cada noche) puede ser también un motivo de preocupación ya que, en contra de lo que ocurre cuando se duerme poco, cuando se duerme demasiado no incrementa el riesgo de muerte, pero puede ser un significativo marcador de una potencial enfermedad mortal aún desconocida.
La investigación analizó la relación entre el nivel de duración habitual del sueño y la mortalidad revisando 16 estudios prospectivos de Reino Unido, Estados Unidos, Europa y Asia Oriental. Este estudio incluyó a más de 1,3 millones de pacientes, que fueron seguidas durante 25 años, periodo en el que se registraron más de 100.000 muertes en este colectivo.
Los resultados mostraron inequívocas evidencias de que existen vínculos directos entre el sueño breve y el demasiado largo y el incremento del riesgo de muerte prematura, en comparación con aquellos participantes que dormían entre seis y ocho horas de media.
Según el profesor Francesco Cappuccio, líder del Programa de Sueño, Salud y Sociedad de la Universidad de Warwick y médico adjunto de los Hospitales Universitarios Coventry y la
Warwickshire NHS Trust, dice que, "mientras que dormir poco representa una causa de poca salud, dormir demasiado podría ser un indicador de esta falta de salud".
"La sociedad moderna ha visto una reducción gradual del porcentaje de horas de sueño y este patrón de conducta es más común entre las personas que trabajan a tiempo completo, lo que sugiere que podría deberse a las presione sociales para trabajar más horas y por turnos. Por otra parte, el deterioro de nuestro estado de salud va acompañado, normalmente, por una extensión de nuestro tiempo de sueño", indicó.
"En consecuencia, dormir entre seis y ocho horas cada noche podría lo óptimo para la salud. La duración del sueño podría ser contemplada como un factor de riesgo conductual adicional o como un marcador de riesgo, influenciado por el ambiente y que podría ser susceptible de modificación a través de la educación y de la orientación psicopedagógica, así como con medidas de salud pública que animen a la modificación adecuada del ambiente físico y de los lugares de trabajo", concluyó.
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